Para cerrar cada módulo del programa Jóvenes Ciudadanos, los participantes realizan un ensayo sobre alguna de las sesiones. Hoy compartimos el de Ana Paula Rondón sobre Política y Poder, uno de los mejores ensayos sobre el tema.
El poder, la autoridad y la legitimidad han sido históricamente tópicos de interés para la filosofía y la ciencia política, por lo tanto mucho se ha dicho al respecto, y se encuentran distintas acepciones, sin embargo en el presente escrito se pretende ofrecer un tratamiento de ellos más personal, ya que a juicio propio se vuelve inevitable no comprometerse personal e intelectualmente durante el recorrido explicativo. Dicho esto, se puede entender el poder como la capacidad que tiene una persona o un grupo de
personas, de conseguir que otra u otras actúen en la dirección que esta determinará basándose en intereses propios o uno en común. Es una capacidad esencial para la naturaleza humana y la vida en sociedad, y es por esto que lo podemos ver reflejado en todas las relaciones, vínculos y esferas coexistentes. El poder es entonces, la “Categoría imponente sin duda y que merece el honor de haber retenido la atención de los filósofos a lo largo de la historia.” (Pérez. C, 2002, p. 97).
Por otro lado, la autoridad podría entenderse como un tipo de poder, o como una condición o característica que posee o no quien ejerce dicho poder. Bautista Urbaneja (2020) afirmaba que la autoridad viene a ser un pariente del poder tal como se ha explicado, de manera que la persona que acata el poder lo hace desde un lugar voluntario de admiración, respeto, inspiración o en virtud de observar una cualidad superior de quien lo está ejerciendo. La autoridad depende de un ejemplo de comportamiento o algún valor, mientras que para el poder esto no es necesario. En ese sentido, quien tenga autoridad puede no tener el poder para conseguir que se haga su voluntad, o viceversa, aunque alguien tenga el poder, puede que no posea ninguna autoridad sobre quienes deben acatar sus directrices.
Ahora bien, cuando se habla de legitimidad, se alude a aquello que diferencia al poder coactivo del poder efectivo, la justificación de que la figura que lo ejerce tiene el derecho de hacerlo y un aval de que dicho poder es válido bajo ciertos criterios. Un poder es legítimo cuando no necesita recurrir a la amenaza del uso de la fuerza o la violencia
para lograr su cometido, y equivale, a su vez, a ser la representación de una relación de autoridad en última instancia. A propósito del poder político, Pérez Cortés observaba que:
Un poder político es legítimo en la medida en que actúa dentro de los límites establecidos por la misma legalidad que lo ha instituido. La legalidad es el fundamento de la legitimidad, porque el poder tiene la necesidad de ser regulado para volverse legítimo. Ella es también el soporte de la autoridad jurídico-racional, es decir, de la autoridad basada en la creencia en la legalidad de las normas. (Pérez. C, 2002, p. 103).
Empero, particularmente no se considera que sea menester que un poder sea legítimo para ejercerse, pues el uso de la fuerza y la opresión continúa siendo un factor latente y a disposición, aunque moralmente cuestionable. Como ejemplo podemos observar la actual gobernanza del país, la cual pese a carecer de autoridad en un sentido virtuoso, se impone bajo la coerción y consigue mantenerse en pie gracias a eso. Para sustentarlo, según Bautista Urbaneja
En cuanto al poder político mismo se refiere, no encontramos razones convincentes para sostener que si no es legítimo no existe como tal y que ese poder no es más que el de una gran banda de ladrones, como decía San Agustín. Puede ocurrir que un poder político se estabilice por razones de hecho, sin que existan de modo generalizado, ni en quienes lo detentan, ni en quienes lo obedecen las convicciones de derecho y deber que hemos mencionado. (Bautista. U, 2020, p. 30).
En todo caso, tal escenario de coerción sobre quienes se ejerce el poder es una degeneración del ideal o Estado de derecho, en el que someterse a este debería ser una decisión impulsada por la autoridad que se le confiere al poderoso orientada al bien común. Quienes se ven obligados a acatar, corriendo riesgo en caso de negarse se encuentran bajo un yugo inaceptable, una situación preocupante e injusta desde una perspectiva personal, y que no debe ser permitida bajo ninguna circunstancia. La lucha en contra de estos poderes ilegítimos y corruptos garantizará la emancipación del espíritu en tanto que individuos con derechos no negociables, y nos permitirá reivindicar el respeto hacia la soberanía.
Referencias bibliográficas
Pérez Cortés. S, (2002). Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía: Ideas Políticas y Movimientos Sociales. El poder. Del poder político al análisis sociológico. Trotta, S.A.
Colom González. F, (2002). Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía: Ideas Políticas y Movimientos Sociales. Legitimidad política. Trotta, S.A.
Bautista Urbaneja. D, (2020). Manual de Ciencias Políticas. ¿Qué es la política? Publicaciones UCAB.